En este mes de la Salud Mental y en el contexto socio sanitario que estamos viviendo, es importante resaltar la otra pandemia tras el COVID-19, una pandemia aparentemente invisible y sigilosa, posiblemente habitando en la mente de muchos, pero lamentablemente siendo expresada en la boca de pocos; me refiero, a la pandemia de Salud Mental.
Desde marzo del 2020, a nivel global hemos vivido situaciones de incertidumbre que inevitablemente conllevaron a tomar ciertas medidas de distanciamiento físico para protegernos y proteger a los nuestros, e inconscientemente también esto nos conllevó a un distanciamiento de tipo social, agudizando una situación que precede la pandemia del COVID – 19: el aumento de nuestro malestar subjetivo (y, por tanto, el malestar de nuestra salud mental).
En una encuesta realizada por Ipsos Chile, un 86% de los encuestados manifiesta que su Salud Mental se ha visto agravada por la pandemia en estos últimos 15 meses. Mi intención en esta ocasión es detenerme en cómo podemos como comunidad y desde lo cotidiano, promover una perspectiva de cuidado de nuestra Salud Mental y de cómo nos podemos ayudar los unos a los otros.
Vivimos como sociedad desde una cultura del reprimir nuestras emociones denominadas y categorizadas como “negativas”, por temor a ser juzgados o etiquetados por quienes nos rodean, validando más socialmente aquellas de índole “positiva”.
Me atrevo a mencionar, que vivimos en medio de una cultura que presenta temor de hablar de su propia salud mental, pues, tenemos la creencia de que nos veremos “débiles” o “incapaces” si hablamos de nuestro sufrimiento frente a otros, que “no somos suficientes” para hacer frente a las demandas de nuestros contextos, generando un reprimir de nuestros sentires por temor a cómo reaccionarán los demás; guardamos, acumulamos, pero ¿cuáles son nuestros límites? ¿tenemos que llegar a un límite para hacernos cargo de nuestro bienestar?
La clave está en comprender que todas las emociones son absolutamente necesarias, y expresarlas nos permite entender las causas asociadas a ellas.
Conversemos de Salud Mental
Debemos conversar, visibilizar y validar nuestros sentires y emociones; y quizás, comprender desde un punto de partida que está bien no estar bien. Si expresamos, no solo nos ayuda a nuestra Salud Mental, sino que también motivamos a otros que puedan estar viviendo una situación similar, que puedan expresar sus propias vivencias.
Solicitemos ayuda y también estemos dispuestos a ser ayudados. Los invito lectores y lectoras, que tengamos una perspectiva preventiva de nuestra salud, no esperemos estar desgastados para solicitar ayuda, y mucho mejor, si la solicitamos a un profesional especializado en el área de salud mental.
El acudir en tiempo oportuno, nos permite la búsqueda de herramientas para resolver nuestras dificultades, colocar límites saludables y prevenir una agudización de nuestra salud mental.
En estos tiempos de incertidumbre, empaticemos y escuchémonos activamente los uno a los otros. Deconstruyamos nuestros estereotipos y prejuicios, y derribemos los mitos que existen en torno a la salud mental ¡Cuidémonos entre todos y conversemos de salud mental!
