Es cierto, son tiempos sin precedentes, estamos viviendo probablemente uno de los momentos más estremecedores de la historia, donde un estresor común, esta vez a nivel mundial, nos ha llevado a cuestionar, replantear y concientizar como nunca cuáles son nuestras prioridades y lo que puede definir nuestra salud y felicidad.
No olvidemos que previo a este acontecimiento en el que todavía estamos inmersos, se han ido desarrollando progresivamente numerosos movimientos ciudadanos en favor del cuidado de cada uno de nosotros como individuos y sobretodo como comunidad, donde la importancia de la empatía, el desarrollo de la conciencia y el tomar valor de las relaciones humanas y el entorno se han tornado en factores claves para el cuidado de nuestra salud.
Y es en este contexto donde se comienza a evidenciar de forma cada vez más clara que el cuidado de nuestra salud física es tan importante como el de nuestra salud mental.
Nos hemos visto amenazados de forma concreta, con miles de dolorosos fallecimientos en nuestro país, secuelas que todavía se encuentran en estudio y un tremendo desgaste del sistema de salud para dar respuesta a aquello, pero además esto ha generado progresivamente lo que se ha denominado “pandemia de Salud Mental”, esa otra pandemia de duración todavía indeterminada que ha expuesto la alta demanda de servicios de Salud Mental que existía previo a la emergencia sanitaria y que ahora se ha visto aún más exigida, con escasos recursos asignados y con todavía altas deficiencias en cobertura y acceso.
Porque así como el sistema de salud se ha visto exigido por un evento poco común de forma avasalladora, también nuestra propia psique ha debido utilizar todos los recursos disponibles para afrontar una serie de demandas que han expuesto a su vez otras necesidades antes encubiertas por el ritmo de vida en que nos vemos envueltos, prontamente surgieron síntomas, en algunos casos asociados a estresores directos como el mismo riesgo de enfermar, el duelo por la pérdida de un ser querido, la pérdida de trabajo, el aislamiento y confinamiento, la multiplicidad de tareas sobretodo en las mujeres, etc. pero también en aquellas personas que previamente habían enfermado y que muchas veces no tenían el acceso y oportunidad a tener un adecuado tratamiento de salud mental, porque los recursos son todavía escasos y la importancia atribuida dentro del sistema aún no es la adecuada y porque además dentro de nuestro mismo entorno el hablar de Salud Mental tampoco tiene aún esa prioridad.
¿Por qué es importante conversar de Salud Mental?
El incluir nuestra Salud Mental como parte de nuestra salud como tal, nos puede hacer tomar conciencia de que el poner el tema sobre la mesa puede incluso salvar vidas.
Muchos cuadros graves pueden desarrollarse de forma insidiosa y pasar desapercibidos en el ritmo de vida que llevamos, pero el evidenciarlos puede conllevar a un tratamiento adecuado y oportuno, lo que nos hará parte de una sociedad responsable, cuidadosa y atenta a nuestro entorno, hablemos y estemos dispuestos a ver a quienes nos rodean, una invitación en este mes de la Salud Mental.