En relación a las pautas de comportamiento de las personas que padecen este trastorno, destacan la importante sensibilidad al rechazo y el patrón general de inhibición social que presentan, lo que se traduce en una falta de extrema de contactos sociales.
Estos individuos presentan sentimientos de inadecuación o inadaptación en situaciones sociales, hipersensibilidad a la evaluación negativa por parte de los demás y al rechazo interpersonal.
Son personas vulnerables a la crítica y a la desaprobación, se sienten heridos con facilidad, tienden a sentirse ofendidos si alguien se muestra crítico en relación a ellos, y no se involucran afectivamente sino hasta que están seguros de que son queridos.
Esta condición aparece por lo regular a comienzos de la edad adulta y se presenta en diversos contextos, traduciéndose en una restricción general del estilo de vida.
Son personas inhibidas en las situaciones interpersonales nuevas, debido a su baja autoestima. Están llenos de dudas respecto a sus aptitudes sociales, se ven a sí mismos como “ineptos”, “poco interesantes” o “inferiores” a los demás.
Las personas evitativas tienden a ser muy autocríticas y se están diciendo constantemente: “soy aburrido”, “soy patético”, “no encajo”; esto perpetúa su sensación de inseguridad y rechazo social, y refuerza la constante interpretación negativa de las reacciones (positivas o neutras) que los demás tienen con ellos.
Estos individuos evitan trabajos o actividades que impliquen un contacto interpersonal importante, ya que tienen miedo de las críticas, la desaprobación o el rechazo; pueden incluso desestimar un ascenso en su trabajo si ello implica un mayor contacto sociales.
Como norma general son reacios a involucrarse en nuevas labores, y no participan en actividades de grupo hasta que no se sienten protegidos.
Estos sujetos suelen estar relativamente aislados y carecen de una red de apoyo en las situaciones de crisis. Los demás, por regla general los consideran “tímidos” o “aislados”.
Hay otros trastornos que normalmente suelen ir asociados al trastorno de la personalidad por evitación, como son los trastornos del estado de ánimo y de ansiedad o la fobia social.
Se ha observado que el trastorno evitativo de la personalidad se da tanto en hombres como en mujeres, y afecta a entre el 0,5% y el 1% de la población general.
En muchos de los casos, tiende a desaparecer con la edad de forma gradual: los síntomas aparecerían en la niñez, se acrecentarían en la adolescencia y principios de la edad adulta, y luego tenderían a disminuir.
Dado el gran deterioro social y emocional que sufren estas personas, se hace muy necesario un apoyo psicoterapéutico destinado a desarrollar un mayor repertorio conductual, y a desactivar aquellos patrones disfuncionales que perpetúan el trastorno; además resulta muy importante el apoyo farmacológico que permite mitigar la sintomatología.
Por: Bárbara Serra Wilkens, psicóloga.