En un comienzo cuando me habló el psiquiatra sobre internación diurna, sentí una sensación de miedo y quizás por no haber pasado nunca por una experiencia similar, la primera reacción fue de rechazo. Una vez ingresada a este proceso, tampoco fue fácil, la adaptación, la dinámica, las comidas entre otras. Puedo manifestar hoy que la experiencia fue buena, me obligó a salir de mi casa, con mucha dificultad porque no es un proceso fácil, pero me entregó una respuesta fundamental para entender más mi situación. Me entregó un diagnóstico, elemento fundamental para comenzar el camino de la recuperación. No estoy ‘cerrada’, asumo que es un trabajo para toda la vida.